Corría el año 2030, un año después de superar la crisis que acabo con el sesenta porciento de la población mundial existente en ese entonces, una crisis promovida por tan nefasta peste. En aquel tiempo yo era aún un joven, anhelando un nuevo mundo, un mundo en el que ya no dominaran quienes habían sido participes suscitar esta epizootia.
Deambulaba por las calles de Daguestán, con la ilusión de poder ser libre algún día, libre de la opresión a las que estábamos sometidos desde hace nueve años desde que Vladimir Putin se proclamó como dictador de nuestra nación. Eran aproximadamente las mil cuatrocientas cuando recibimos la noticia, nuestra capital había sido bombardeada por misiles provenientes de Hiroshima, estábamos en guerra. Busque con rapidez a mi familia para que posteriormente huyéramos ya que nuestra provincia había sido declarada como un punto en el cual se desarrollaría la guerra dado el caso que esta llegase. Al llegar a casa me encuentro con que ya habían hecho valijas y recogido algunas cosas de valor para poder huir; mi madre muy alterada por la situación decide enviarnos a mi hermana y a mi en los buses que ya el estado había enviado para recoger a los niños y ponerlos a salvo en lugares que nadie sabia como llegar, fue entonces la ultima vez que pude ver a mi madre.

Llegando al lugar de resguardo alcanzo a ver por la ventana del bus que estaban separando a los niños y niñas, lo tome como algo normal, una simple parafernalia a la que ya nos tenia acostumbrado el gobierno Ruso. Media hora después un bus con niños de aproximadamente la misma edad mía (incluido yo) es llevado a un lugar cerca de la frontera con Azerbaiyán, país que fue aliado de Rusia durante la tercera guerra mundial. Al llegar a ese lugar inmediatamente logro identifica un pelotón militar entonces entendí que estaba dentro de un cuartel general o algo por el estilo.
Al bajarme del autobús un soldado me comunica cual es el lugar al que debo dirigirme. Al llegar ahí cientos de jóvenes estaban formándose en ringleras a las espera de alguien que nos brindaría información. Diez minutos después llego el, Andreiv Guerásimov, jefe del estado mayor de las fuerzas armadas rusas hasta ese entonces, un tipo que con solamente mirarte producía en ti una sensación tétrica; el nos informo lo que ya venia suponiendo desde que baje del bus, los jóvenes mayores de dieciséis años serán preparados durante quince días y subsiguiente seriamos enviados a la zona de guerra.
Al llegar a el pabellón un quinto nos informa que debemos poner nuestro chip en la registradora y posterior a esto se nos asigna una cama en la cual deberíamos descansar durante el tiempo que estuviésemos entrenando. Al día siguiente a las cero quinientas se realizó un simulacro en el cual nosotros ( los jóvenes) debíamos lograr salir de aquel lugar sin ningún ápice negra de aquellas armas que disparaban los militares para identificar quienes habrían sido “heridos en guerra” en caso de que no se tratase de un simulacro; yo logre tomar mi jergón y utilizarlo como un escudo y salir sin ninguna mancha de aquel lugar. Al llegar a la salida me di cuenta de fui el único entre quinientos sesenta y tres en salir sin manchas de ahí. En horas de la tarde fui llevado en soledad al campo de tiro a practicar. Mi puntería era notable ya que de diez tiros posibles nueve dieron en el blanco. Mis superiores sorprendidos con tan buen desempeño logrado en tan solo un día de preparación tomaron la determinación de llevarme a entrenar con los demás soldados en vez de enviarme de nuevo con los recién llegados.
Al día siguiente fui llevado a un Grozny, una ciudad a una hora de Daguestán que quedo devastada por la guerra nueve años atrás. En esta ciudad los Rusos tenia una especie de trena que en realidad era donde guardaban a los “russkoye der'mo” los cuales eran las personas pertenecientes a un grupo armado en contra de Marxismo Ruso. Ahí llevaban a los militares novicios a pasar la prueba de fuego la cual consistía en inmolar a cinco de estos prisioneros a sangre fría. Sin entrar en más prolijidades logre pasar la prueba, y al finalizar la prueba Andreiv Guerásimov me entrega una boina roja y me dijo en frente de todos “dasvidaniya”. En tan solo dos días de entrenamiento ya hacia parte del ejército Ruso y estaba defendiendo lo que algún día llegue a odiar, el gobierno comandado por Putin.

Horas mas tarde fui enviado a Duany, un lugar al otro extremo del país, cerca de Japón lugar en que se desarrollaría gran parte de la guerra y por lo que logre notar yo era el más joven e inexperto entre todos los soldados. Mientras esperábamos órdenes del comandante Genadi Arshavin se escucha una gran cantidad de aviones sobrevolado territorio Ruso, entonces fui enviado junto con el resto de la tropa a atacar a los Japoneses con nuestras armas A-91M; al llegar ahí los superábamos en numero de cinco a uno y sin ningún tipo de piedad disparamos en contra de ellos sin ni siquiera una baja para nuestra tropa.
Conforme pasaron aquellos días Japón buscaba ayuda de sus aliados, fue entonces cuando Estados Unidos por ordenes del presidente Mark Zuckerberg, decide apoyar a Japón y tomo la decisión de bombardear el territorio Ruso, fue entonces cuando me di cuenta que la guerra la habíamos perdido. Conforme pasan los días se escuchan muchas bombas explotar y más noticias alrededor de la guerra siguen rondando. Al llegar al día veintitrés de guerra varios de nuestros países aliados en la pasada guerra tomaron la decisión de ayudar, pero yo era apenas un niño y ya había asesinado a ciento veintiocho soldados entre japoneses y norteamericanos y sabia que no siempre iba a tener la misma suerte, fue por esto que tome la decisión de huir aunque sabía que era inútil debido al chip al interior de mi piel.
Tuve la suerte de salir de Rusia y huir a Francia, más exactamente a Paris, un país sin relación alguna con aquel conflicto y además muy conveniente para mí ya que en la escuela a los de decimo grado nos enseñaban a hablar francés . Durante mis primeros días ahí busco un cuchillo y saco de mi interior aquella marca con la podíamos ser rastreados e identificados en cualquier parte del mundo. Lastimosamente supe que jamás volvería a ver a mi hermana y por supuesto a mi madre, ya que si volvía a Rusia seria asesinado por ser un desertor de la guerra.
Después de un mes viviendo en la calle y comiendo las sobras que encontraba en los restaurantes, logre conseguir un trabajo como lavaplatos de un restaurante, por supuesto ilegal debido a que no tenía identificación ni tampoco la mayoría de edad. En aquel restaurante aprendí a cocinar y gracias a esto logre ascender en aquella cocina como el encargado de hacer las salsas. Dure trabajando seis meses en aquel lugar y fue ahí donde vi por primera vez a Meredith Blanc quien llego tiempo después a trabajar como camarera de aquel lugar, era muy fácil conseguir trabajo en aquel entonces ya que después del Covid 19 solo quedo el cuarenta porciento de las personas que habitaban la ciudad diez años atrás.
Logre una gran amistad con aquella mujer gracias a que fue ella quien me ayudo a conseguir una identidad falsa debido a que años atrás trabajaba en el anfiteatro de la ciudad , entonces mi nombre cambio a Anthony Poirier, un joven que había fallecido dos años atrás pero no fue reclamado por su familia, fue de donde Meredith tomo aquel chip.

Pero desgraciadamente la policía empezó a notar por medio de registros que Anthony Poirier un joven que fallecido dos años atrás estaba circulando tranquilamente por las calles de Francia, por lo que la policía tomo la decisión de arrestarme y desde entonces no volví a ver a Meredith. Fui llevado a una cárcel a las afueras de París en donde encerraban a quienes no podían ser identificados ya que no solo yo detestaba el hecho de tener que ser rastreado en todo momento. En aquella cárcel conocí a Ali Turan, un traficante turco que había sido preso de su libertad y yo estaba compartiendo celda con él. En sus brazos tenía horribles marcas parecían ser de azotes, y también le faltaban algunos dientes, de inmediato pensé que se debían a torturas, pero no sabía bien porque podía ser. Tiempo después descubro que el gobierno francés permitía a sus guardias penitenciarios torturar a sus presos hasta revelar quien realmente eran. Un día llego mi turno y por supuesto también me negué a decirlo , entonces me ataron a una silla y empezaron a castigarme fuertemente con látigo y bates de baseball y aun así no pudieron sacarme información acerca de mi identidad. Fueron 2 largos años en la misma situación, sometiéndome a castigos cada seis meses que me llamaban a declarar y me negaba.

Un día mientras estaba en el patio tres de la prisión, escucho en un radio que la guerra había terminado, Zuckerberg y USA habían ganado la guerra, derrotando por fin a Putin y sus aliados, después de diez años de haber empezado aquello que me impedía soñar con una Rusia libre, por fin podía descansar.
Pero no todo era color de rosa, ya que mientras estaba en mi celda recibo a un nuevo acompañante y al verlo a los ojos, inmediatamente lo identifique , era Andreiv Guerásimov, el responsable de enviarme al campo de batalla en Duany. Putin y sus compañeros de guerra fueron enviados a diferentes prisiones alrededor del mundo y Andreiv le toco justamente en la misma celda en la que estaba yo. No fue el saludo mas caluroso que pueda existir entre dos compatriotas pero en realidad me dio gusto verlo. El también reconoció a aquel chico que se había destacado durante su entrenamiento y fue enviado días antes que los demás a la guerra.

Pasaron dos días hasta que vinieron por Andreiv, quien fue llamado a declarar por llevar menores de edad a una guerra en la cual no deberían de tener ningún tipo de rol. Andreiv negó sus cargos y fue llevado hasta la silla eléctrica, mecanismo que se extendió a todas las prisiones del mundo. Andreiv durante su declaración delato la identidad de Khabib Smolov, aquel joven con quien compartió la celda los días que estuvo en prisión y días después fui enviado a una prisión Rusa en la cual aun espero mi condena ya que a pesar de haber sido un menor en aquel entonces, las leyes aquí son muy claras y no puedes ser un desertor, además de eso borrar tu identidad y huir del país.
Me espera una larga condena aquí, hoy estoy siendo llevado a juicio y descifraran si soy o no culpable de los cargos que se me inculpan, así que no se si sea enviado a la silla eléctrica o me darán libertad, por lo tanto si encuentras este cuaderno por favor encargarte de que esta historia sea contada y que a personas como tu o como yo no les toque repetir esta trágica historia.